Atrás de Calderón están Manuel Espino y Ramón Muñoz, la mancuerna neofascista dispuesta a todo, para imponer, con su mentalidad y filiación ultraderechista, el programa clerical de “El Yunque”, con la supremacía de una religión y sus sectas afines, incluyendo la facción teocrática de los Krauze, con el resto de los intelectuales orgánicos que ya tienen a su profeta desarmado del poder presidencial.
Sobre todo el programa republicano será el blanco de las derechas y los ultras, quienes lograron cosechar lo que sembraron con su campaña del miedo y que fue el terror al estilo nazi, para meter el miedo electoral en ciudadanos que creyeron en las mentiras de la propaganda panista, sacada del arsenal de Goebbels (Leonard W. Doob, Goebbels y sus principios propagandísticos).
El calderonismo derechista, nacido como una “elección” desde Los Pinos, que aplastó, pero no compitió a sus adversarios, por las presiones de Sedesol de Vázquez Mota, el cracker de Hildebrando, alias el cuñado, y las ingerencias de Fox, lleva como misión la cruzada antilaica para cancelar, pues, los postulados republicanos. El heredero del foxismo no tiene vocación para la política. Unicamente es ejecutor y vocero de la ultraderecha clerical. Al tiempo.
Lejos quedo la frase de Zapata: Por un mundo donde quepan muchos mundos
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